Tributo a Abraham Valdelomar: Maestro de las letras Peruanas
Hoy, 27 de abril, celebramos el legado literario de Abraham Valdelomar Pinto, reconocido como el padre del cuento criollo peruano. Nacido en Ica en 1888, Valdelomar fue un escritor multifacético que dejó una huella imborrable en la literatura de su paÃs.
A lo largo de su vida, Valdelomar destacó como poeta, dramaturgo, ensayista y caricaturista, revolucionando las letras peruanas con su creatividad y originalidad. Fundó la influyente revista Colónida y nos legó relatos inolvidables como "El caballero Carmelo" y "El vuelo de los cóndores".
Desde su infancia en el puerto de Pisco hasta su trágica muerte en Ayacucho a la temprana edad de 31 años, la vida de Valdelomar estuvo marcada por su pasión por las letras y su compromiso con la creación artÃstica. Incursionó en el periodismo y la polÃtica, dejando una huella indeleble en ambos campos.
Sus cuentos, recopilados en obras como "El caballero Carmelo" y "Los hijos del Sol", marcaron el inicio de la modernidad en la narrativa peruana, explorando temas como la identidad nacional y la nostalgia por el pasado. Además, su poesÃa, que evolucionó desde el modernismo hacia el postmodernismo, revela una sensibilidad única y una profunda conexión con sus raÃces.
En este dÃa especial, recordamos a Abraham Valdelomar como uno de los grandes exponentes de la literatura peruana y rendimos homenaje a su extraordinario talento creativo, que sigue inspirando a escritores y lectores en todo el mundo. Su legado perdura, recordándonos la importancia de la imaginación y la pasión en la búsqueda de la verdad artÃstica.
Y como muestra de su excepcional habilidad poética, aquà comparto los versos de su poema "Tristitia":
Mi infancia, que fue dulce, serena, triste y sola,
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana.
Dábame el mar la nota de su melancolÃa;
el cielo, la serena quietud de su belleza;
los besos de mi madre, una dulce alegrÃa,
y la muerte del sol, una vaga tristeza.
En la mañana azul, al despertar, sentÃa
el canto de las olas como una melodÃa
y luego el soplo denso, perfumado, del mar,
y lo que él me dijera, aún en mi alma persiste;
mi padre era callado y mi madre era triste
y la alegrÃa nadie me la supo enseñar.
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