Por: Dr. Seuss
A cada Quien en la Villa de los Quién le gusta mucho la Navidad... ¡Pero al Grinch, quien vive al norte de la Villa de los Quién NO le gusta!
¡El Grinch odiaba Navidad! ¡Todo lo relacionado a la Navidad! Ahora, por favor, no preguntes por qué. Nadie sabe con certeza la razón. Podría ser que su cabeza no estuviera bien "atornillada". Podría ser, tal vez, que sus zapatos apretaran demasiado. Pero yo pienso que la razón más probable de todas podría haber sido que su corazón era dos veces demasiado pequeño.
Pero, cualquiera fuera la razón, su corazón o sus zapatos, se paró allí en Noche Buena, odiando a los Quienes, mirando fijamente hacia abajo desde su cueva con amargura, con el entrecejo fruncido hacia las cálidamente iluminadas ventanas del pueblo. Porque sabía que cada Quien en la Villa de los Quién estaba ocupado en ese momento en colgar una corona de muérdago.
"¡Y están colgando sus medias!" gruñó con una mueca. "¡Mañana es Navidad! Ya casi está aquí". Luego, rezongó golpeteando sus amargados dedos nerviosamente. "DEBO encontrar una forma de evitar que la Navidad llegue"
Porque, mañana, el sabía... todos los Quien niñas y niños se despertarían muy de mañana. ¡Correrían hacia sus juguetes! y ¡Entonces! Oh, ¡El ruido! ¡Ruido! ¡Ruido! ¡Ruido! ¡Eso era lo que odiaba! ¡El RUIDO! ¡RUIDO! ¡RUIDO! ¡RUIDO!
Luego los Quienes, jóvenes y viejos, se sentarían ante un banquete. ¡Y festejarían! ¡Y festejarían! ¡Y FESTEJARÍAN!
¡FESTEJARÍAN!
¡FESTEJARÍAN!
¡FESTEJARÍAN!
Festejarían con Quien-budín, y la extraña bestia Quien-asada que era algo que el Grinch, como mínimo, no podía soportar.
¡Y ENTONCES, harían algo que a él le gustaría aún menos! Cada Quien en la Villa de los Quién, el alto y el bajo, se pararía uno bien cerca del otro, con campanillas de Navidad repiqueteando. Se tomarían de las manos. ¡Los Quienes comenzarían a cantar!
¡Cantarían! ¡Y cantarían!
¡Y CANTARÍAN! ¡CANTARÍAN! ¡CANTARÍAN! ¡CANTARÍAN!
Y cuanto más pensaba el Grinch en el Quien-canto de Navidad, más pensaba el Grinch "¡Debo terminar con todo esto! ¡Porque ya lo he soportado por cincuenta y tres años! ¡DEBO evitar que llegue Navidad! ... Pero ¿Cómo?"
Entonces tuvo una idea. ¡Una idea horrible! ¡EL GRINCH TUVO UNA MARAVILLOSA, HORRIBLE IDEA!
"Ya sé exactamente cómo hacerlo!" El Grinch rió con la garganta. Y confeccionó rápidamente un sombrero y un abrigo de Santita Claus. Y rió y cloqueó, "¡Qué gran truco amargado! Con este abrigo y este sombrero, me parezco a San Nico. Todo lo que necesito es un reno..."
El Grinch miró a su alrededor. Pero, como los renos eran escasos, no había ninguno para ser encontrado. ¿Detuvo aquello al viejo Grinch...? ¡No! El Grinch simplemente dijo "Si no puedo encontrar un reno, ¡fabricaré uno!" Por lo que llamó a su perro, Max. Luego tomó un hilo rojo y ató un gran cuerno sobre su cabeza. A continuación, cargó algunas bolsas y algunos viejos sacos vacíos en un trineo destartalado y lo amarró al viejo Max.
Entonces el Grinch dijo "¡Adelante!" y el trineo comenzó a bajar hacia los hogares del pueblo en los cuales los Quienes dormían. Todas las ventanas estaban oscuras. La nieve calma llenaba el aire. Todos los Quienes soñaban dulces sueños sin preocupación.
Llegó a la primera casita de la cuadra. "Esta es la parada número uno", silbó el Claus amargado, y trepó al techo con bolsas vacías en su puño. Luego se deslizó por la chimenea. Un sitio una pizca estrecho. Pero, si Santa puede hacerlo, así puede el Grinch. Se atoró solamente una vez, por uno o dos momentos. Después se atoró la cabeza en la salida de la chimenea donde las pequeñas Quien-medias colgaban en fila. "¡Estas medias" sonrió "son lo primero en irse!"
Luego se deslizó y escabulló por toda la habitación con la sonrisa más desagradable de todas y se llevó cada uno de los presentes. Pistolas de juguetes, bicicletas, patines, tambores, tableros de damas, triciclos, pochoclo y ciruelas. Los metió en bolsas. Ágilmente, el Grinch metió todas las bolsas, una por una, en la chimenea.
Después, se escabulló hacia la heladera. ¡Tomó el banquete de los Quienes! ¡Tomó el Quien-budín!¡Tomó la bestia asada! Vació toda la heladera tan rápido como un rayo. ¡Incluso se llevó la última lata de Quien-cholate!
Metió toda la comida en la chimenea lleno de júbilo. "Y AHORA" gruñó el Grinch "Me ocuparé del árbol"
Y el Grinch tomó el árbol y comenzó a empujarlo cuando escuchó un ruidito como el "cuu" de una paloma. Se dio vuelta rápidamente y vio ¡un Quien diminuto! La pequeña Cindy-Lou Quien, que no tendría más de dos.
El Grinch había sido atrapado por la pequeñita hija de algún Quien que se había levantado de la cama por un vaso de agua fría. Miró al Grinch y dijo "Santita Claus, ¿Por qué?, ¿Por qué te llevas nuestro árbol de Navidad? ¿POR QUÉ?
Pero, sabes, aquel viejo Grinch era tan listo y tan astuto que pensó una mentira y la pensó muy rápido.
"Porque, mi querida nenita", el Santita Claus falso mintió, "Hay una luz en este árbol que no encenderá de un lado. Por eso, lo llevo a mi taller, mi querida. Allí lo arreglaré y luego lo traeré de regreso".
Y esta mentira engañó a la niña. Entonces, le acarició la cabeza, le consiguió la bebida y la envió a la cama. Cuando Cindy-Lou Quien fue a la cama con su vaso, él fue a la chimenea y metió el árbol.
Lo último que tomó fue el tronco para el fuego. Luego subió por la chimenea, el viejo mentiroso. En sus paredes no dejó nada más que ganchos y algunos cables. Y la única partícula de comida que dejó en la casa, fue una miga demasiado pequeña incluso para un ratón.
A continuación, hizo lo mismo en las otras casas de los Quienes y dejó migajas aún más pequeñas para los ratones de los Quienes.
Era un cuarto pasado el amanecer...
Todos los Quienes estaban aún en la cama,
Todos los Quienes aún dormían,
Cuando llenó su trineo, ¡lo llenó con sus regalos!¡Sus cintas! ¡Sus envoltorios! ¡Sus etiquetas!¡Y sus guirnaldas! ¡Sus adornos! ¡Sus ornamentas!
¡Trescientos pies hacia arriba! Viajó con su carga hacia la cima del monte Crumpit para deshacerse de ella.
"¡Bah-bah a los Quienes!" zumbaba amargamente. "Ahora están descubriendo que ninguna Navidad llegará. Se están despertando. Y sé justo qué harán. Se quedarán con la boca abierta un minuto o dos. Luego los Quienes de la Villa de los Quién llorarán Bu-ju."
"Ese sonido", gruñó el Grinch, ", tengo que oírlo". Por eso hizo una pausa. Se colocó una mano en la oreja y escuchó el sonido que subía por la nieve. Comenzó bajo pero luego creció...
¡Pero aquel sonido no era triste! Porque aquel sonido sonaba feliz.¡No podía ser!.¡Pero ERA feliz! ¡Muy!
Miró fijamente la Villa de los Quién. Al Grinch se le saltaron los ojos y se sacudió. ¡Lo que vio fue una sorpresa chocante! ¡Cada Quien de la Villa de los Quién, el alto y el bajo, estaba cantando! ¡Sin que hubiera regalo alguno! NO HABÍA evitado que la Navidad llegara ¡HABÍA LLEGADO! De algún modo u otro, llegó de todas maneras.
Y el Grinch, con sus pies amargados congelados en la nieve, se quedó parado. Desconcertado, se rompía la cabeza: "¿Cómo podía ser? Llegó sin cintas. Llegó sin etiquetas. ¡Llegó sin paquetes, cajas o bolsas!" Y se rompió la cabeza tres horas, hasta que tanto pensar le dolió. Entonces, el Grinch pensó algo que no había pensado antes."Tal vez la Navidad", pensó, "no viene de una tienda. Tal vez la Navidad... a lo mejor... significa algo más".
¿Y que sucedió luego...? Bueno... en la Villa de los Quién dice que el pequeño corazón del Grinch aumentó tres veces su tamaño aquel día. Y en el minuto que su corazón no se sintió tan estrecho, silbó con su carga a través de la clara y brillante mañana, y devolvió los juguetes. Y la comida para el banquete. Y él... ¡ÉL MISMO!... El Grinch, trinchó una bestia asada.