Argentina, 18 de octubre de 1938. La poetisa viajó a Mar del Plata, donde pasó sus últimos días.

Alfonsina estaba enferma, sola, deprimida y encerrada en la habitación del hotel. Su ánimo estaba por los suelos, y no tenía ganas de seguir viviendo. Tomó la pluma, tinta y papel, y se puso a escribir los versos más tristes que su delicado corazón le dictaba. Sabía que su vida había llegado a su fin; sentía la muerte tan cerca, pero ella no quería esperarla, decidió ir a buscarla. Storni, inspirada, cansada y deprimida, sentía que el dolor físico, psicológico y emocional era insoportable. Escribiría su último verso, en el que se despedía de su hijo Alejandro.

"Voy a dormir, nodriza mía, acuéstate. Ponme una lámpara a la cabecera; una constelación, la que te guste; todas son buenas, bájala un poquito."

Argentina, 25 de octubre de 1938.

Storni abandonó su habitación, triste, pensativa y segura de la decisión que había tomado. Se dirigió a la playa La Perla de Mar del Plata. El reloj marcaba la 1 de la madrugada, su corazón se aceleró, sus piernas temblaban y poco a poco se volvían frágiles ante la arena. Sus pasos cargaban el dolor de una vida sufrida. Entonces, entró decidida, como cada verso escrito; entró al mar, buscando descanso eterno. Ella se había suicidado.

"Déjame sola: oyes romper los brotes, te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases para que olvides... Gracias... Ah, un encargo: si él llama nuevamente por teléfono, le dices que no insista, que he salido."

Buenos Aires, 25 de octubre, 10 de la mañana.

Su poema "Voy a dormir" había sido enviado por la misma Storni días antes de su suicidio al diario más importante de Argentina, La Nación, dirigido por Bartolomé Mitre. Ese mismo día, 25 de octubre a las 10 de la mañana, todo Buenos Aires, qué digo, todo Argentina, amaneció leyendo y admirando el intenso poema de Storni. Todos se rendían ante su talento, sensibilidad y arte para escribir. Sin embargo, nadie sabía que a esa hora ella ya estaba sin vida.