René Albert Guy de Maupassant nació en Dieppe el 5 de agosto de 1850 y murió en París el 6 de julio de 1893, fue un escritor y poeta naturalista francés. Escribió principalmente cuentos, aunque también cuenta con seis novelas y varias crónicas periodísticas, especialmente sobre literatura francesa.

Maupassant está considerado uno de los más importantes escritores de la escuela naturalista, cuyo máximo representante fue el escritor francés Émile Zola, aunque a él nunca le gustó que se le atribuyese tal militancia. Es cierto que fue un fotógrafo de su tiempo y su doctrina literaria está recogida en el prólogo que escribió para su novela Pedro y Juan, donde escribió:
La menor cosa tiene algo de desconocido. Encontrémoslo. Para descubrir un fuego que arde y un árbol en una llanura, permanezcamos frente a ese fuego y a ese árbol hasta que no se parezcan, para nosotros, a ningún otro árbol ni a ningún otro fuego.

Para el traductor Rafael Llopis, Maupassant, perdido en la segunda mitad del siglo XIX, se encontraba muy lejano ya del furor del Romanticismo, fue «una figura singular, casual y solitaria».

Su prosa tiene la virtud de ser sencilla pero directa, sin artificios. Sus historias, variopintas, transmiten con una fidelidad absoluta la sociedad de su época. Pero lo que más lo caracteriza es lo impersonal de su narración; jamás se involucra en la historia y se manifiesta como un ser omnisciente que se limita a describir detalladamente sus observaciones. No en vano, está considerado como uno de los mayores cuentistas de la historia de la literatura. En los últimos años de su vida, e influenciado por el éxito de Paul Bourget, abandonó el relato de costumbres o realista, para experimentar con la novela psicológica, con la que tuvo bastante éxito. Es en esta etapa donde abandona su visión impersonal para profundizar más en el alma atormentada de sus personajes, probablemente un reflejo del tormento que sufría la suya. Siempre padeciendo grandes migrañas, abusó del consumo de drogas, como la cocaína y el éter, que potenciaban más su talento natural y le proporcionaban estados alterados de conciencia que lo hacían sufrir alucinaciones y otras visiones que a la postre condicionarían su narrativa fantástica o de terror.

Fue tanta la influencia que ejerció sobre otros autores que llegó a ser uno de los más plagiados. Era admirado por Antón Chéjov, León Tolstói, Horacio Quiroga y un largo etcétera. Pero sin duda, el autor que más lo plagió fue el escritor italiano Gabriele D'Annunzio. En su antología de narraciones Cuentos del río Pescara podemos encontrar historias y pasajes copiados literalmente de algunos cuentos de Maupassant. Otro de los que plagió al autor francés fue Ramón del Valle-Inclán, en su primer libro Femeninas, donde en el relato Octavia Santino reproduce fielmente la escena final de la novela Fuerte como la muerte.

Fuente consultada: es.wikipedia.org