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El legado de Peabody

El legado de Peabody

Por H. P. Lovecraft y August Derleth I No conocí a mi bisabuelo, Asaph Peabody, a pesar que tenía ya cinco años cuando él murió en su vieja y vasta propiedad al noroeste de Wilbraham, Massachusetts. Recuerdo vagamente que en mi niñez estuve allí, en la época en que el viejo estaba enfermo; mi padre y mi madre subieron a su habitación, pero yo me quedé abajo, con la niñera, y nunca le vi. Decían que era rico, pero las riquezas con el tiempo pasan, puesto que incluso la piedra es mortal, y cierta…

“El sueño de San Martín”: Un cuento de Abraham Valdelomar

“El sueño de San Martín”: Un cuento de Abraham Valdelomar

Era el 8 de setiembre de 1820. La expedición Libertadora al mando de San Martí desembarcaba en la bahía de Paracas. Cansado, en tanto que el ejército se preparaba para la marcha, el Libertador se recostó a la sombre de una palmera, junto al arbolito de la libertad, en la arena caldeaba. El sol radiante y viril caía verticalmente. Sobre la extensión vibraba el aire. El héroe sintió un vago sopor. Tenía sueño y se abandonó a él. Sintió entonces que poco a poco iba borrándose el paisaje, mientras …

El amigo Braulio – Manuel Gonzáles Prada

El amigo Braulio – Manuel Gonzáles Prada

En ese tiempo era yo interno en San Carlos. Frisaba en los diez y ocho años y tenía compuestos algunos centenares de versos, sin que se me hubiera ocurrido publicar ninguno ni confesar a nadie mis aficiones poéticas. Disfrutaba una especie de voluptuosidad en creerme un gran poeta inédito. Repentinamente nacieron en mí los deseos de ver en letras de molde algunos versos míos. Por entonces se publicaba en Lima un semanario ilustrado que gozaba de mucha popularidad y era leído y comentado los lun…

El vencedor - César Vallejo

El vencedor - César Vallejo

Un incidente de manos en el recreo llevó a dos niños a romperse los dientes a la salida de la escuela. A la puerta del plantel se hizo un tumulto. Gran número de muchachos, con los libros al brazo, discutían acaloradamente, haciendo un redondel en cuyo centro estaban, en extremos opuestos, los contrincantes: dos niños poco más o menos de la misma edad, uno de ellos descalzo y pobremente vestido. Ambos sonreían, y de la rueda surgían rutilantes diptongos, coreándolos y enfrentándolos en fragoros…

El escarabajo de oro - Edgar Allan Poe

El escarabajo de oro - Edgar Allan Poe

¡Hola, hola! ¡Este hombre baila como un loco! Lo ha picado la tarántula. (Todo al revés) Hace muchos años trabé íntima amistad con un caballero llamado William Legrand. Descendía de una antigua familia protestante y en un tiempo había disfrutado de gran fortuna, hasta que una serie de desgracias lo redujeron a la pobreza. Para evitar el bochorno que sigue a tales desastres, abandonó Nueva Orleans, la ciudad de sus abuelos, y se instaló en la isla de Sullivan, cerca de Charleston, en la Carolina…