Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació en Salto, Uruguay, el 31 de diciembre de 1878 y se suicidó en Buenos Aires, Argentina, el 19 de febrero de 1937. Fue un cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo, considerado uno de los maestros del cuento latinoamericano, con una prosa vívida, naturalista y modernista.
Sus relatos a menudo retratan a la naturaleza con rasgos temibles y horrorosos, mostrándola como una enemiga de las circunstancias del ser humano. Ha sido comparado con el escritor estadounidense Edgar Allan Poe.
Seguidor de la escuela modernista fundada por Rubén Darío y lector de Edgar Allan Poe y Guy de Maupassant, Quiroga se sintió atraído por temas que abarcaban los aspectos más extraños de la naturaleza, a menudo teñidos de horror, enfermedad y sufrimiento para los seres humanos. Muchos de sus relatos pertenecen a esta corriente, cuya obra más emblemática es la colección Cuentos de amor de locura y de muerte.
Por otra parte, se percibe en Quiroga la influencia del británico Rudyard Kipling (El libro de la selva), que cristalizaría en sus propios Cuentos de la selva, ejercicio literario de fantasía dividido en varios relatos protagonizados por animales. Su Decálogo del perfecto cuentista, dedicado a los escritores jóvenes, establece ciertas contradicciones con su propia obra. Mientras que el decálogo promueve un estilo económico y preciso, empleando pocos adjetivos, redacción natural y clara en la expresión, en muchos de sus relatos Quiroga no sigue sus propios preceptos, utilizando un lenguaje recargado, con abundantes adjetivos y un vocabulario en ocasiones ostentoso.
A medida que desarrollaba su particular estilo, Quiroga evolucionó hacia el retrato realista (casi siempre angustioso y desesperado) de la naturaleza salvaje que lo rodeaba en Misiones: la jungla, el río, la fauna, el clima y el terreno forman el andamiaje y el escenario en que sus personajes se mueven, sufren y a menudo mueren. Especialmente en sus relatos, Quiroga describe con arte y humanismo la tragedia que persigue a los miserables obreros rurales de la región, los peligros y sufrimientos a los que se ven expuestos, y el modo en que este dolor existencial se perpetúa en las generaciones siguientes. Además, abordó muchos temas considerados tabú en la sociedad de principios del siglo XX, revelándose como un escritor arriesgado, desconocedor del miedo y avanzado en sus ideas y tratamientos. Estas particularidades siguen siendo evidentes al leer sus textos hoy en día.
Algunos estudiosos de la obra de Quiroga opinan que la fascinación del escritor con la muerte, los accidentes y la enfermedad (temas que lo relacionan con Edgar Allan Poe y Baudelaire) se debe a la vida trágica que le tocó en suerte. Sea esto cierto o no, Horacio Quiroga ha dejado para la posteridad algunas de las piezas más trascendentales de la literatura hispanoamericana del siglo XX.
- “Escribo siempre que puedo, con náuseas al comenzar y satisfacción al concluir.”
- “Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas.”
- “No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.”
- “Nada hay más bello y que fortalezca más en la vida, que un puro recuerdo.”
- “El peligro subsiste siempre para el hombre en cualquier edad; pero su amenaza amengua si desde pequeño se acostumbra a no contar sino con sus propias fuerzas.”
- “No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.”
- “Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.”
- “Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste.”
- “Hay sentimientos a los que no se puede dar cuerpo verbal, más que es posible seguir perfectamente con los ojos cerrados.”
- “Escribo siempre que puedo, con náuseas al comenzar y satisfacción al concluir”
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