En el bosque, de aromas y de músicas lleno,
la
magnolia florece delicada y ligera,
cual
vellón que en las zarpas enredado estuviera,
o
cual copo de espuma sobre lago sereno.
Es
un ánfora digna de un artífice heleno,
un
marmóreo prodigio de la Clásica Era:
y
destaca su fina redondez a manera
de
una dama que luce descotado su seno.
No
se sabe si es perla, ni se sabe si es llanto.
Hay
entre ella y la luna cierta historia de encanto,
en
la que una paloma pierde acaso la vida:
porque
es pura y es blanca y es graciosa y es leve,
como
un rayo de luna que se cuaja en la nieve,
o
como una paloma que se queda dormida.
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