Era el 28 de noviembre de 1969 cuando el escritor y antropólogo José María Arguedas tomó la trágica decisión de acabar con su vida. Había renunciado a su cargo en la Universidad Nacional Agraria La Molina y, en un baño de esa casa de estudios, se disparó con un revólver. Aunque no murió de inmediato, su agonía se extendió por cinco días, falleciendo finalmente el 2 de diciembre de ese mismo año.
Arguedas padecía una profunda depresión que lo acompañó gran parte de su vida. A pesar de haber recibido tratamiento psiquiátrico con diversos especialistas, no logró superarla. Sobre su muerte, el sociólogo Gonzalo Portocarrero comentó:
"Arguedas no llega al suicidio en un arranque nervioso. La idea de matarse lo acompañó desde niño. La muerte se le presentó muy temprano, insinuante, prometiendo poner fin al dolor de estar vivo. Arguedas acogió esta idea y fantaseó con ella. La muerte sería el descanso de los tormentos que no lo dejaban vivir".
Por su parte, Juan José Pacheco Ibarra señaló:
"Su vida fue difícil. De niño fue maltratado, su madre murió cuando era muy joven y su padre estuvo ausente. Fue criado como un entenado. Más tarde, ya de joven, fue encarcelado injustamente. A lo largo de su vida, fue un luchador social que creía profundamente en el valor de la cultura andina, pero el desánimo siempre estuvo presente en su espíritu. Fue testigo y víctima de la injusticia social y la marginación. Su alma generosa y sensible luchó contra la muerte, pero, a pesar de todo lo que logró, decidió ponerle fin".
La depresión no es un estado pasajero ni algo que desaparece por sí solo. Es fundamental aprender a reconocerla, prevenirla y buscar ayuda especializada para tratarla. La salud mental es tan importante como la física, y debemos atenderla con el mismo cuidado.
Fuente: Rincón de la historia peruana
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todos los comentarios son revisados antes de su publicación por el administrador.