Por distraerse, a veces,
suelen los marineros
Dar caza a los albatros,
grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes
compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.
Apenas los arrojan sobre
las tablas húmedas,
Estos reyes celestes,
torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando
las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.
Este alado viajero, ¡qué
inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué
feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico,
sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!
El Poeta es igual a este
señor del nublo,
Que habita la tormenta y
ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra,
sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le
impiden caminar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todos los comentarios son revisados antes de su publicación por el administrador.