Linda Regia! Tus venas son
fermentos
de mi noser antiguo y del
champaña
negro de mi vivir!
Tu cabello es la ignota
raicilla
del árbol de mi vid.
Tu cabello es la hilacha
de una mitra
de ensueño que perdí!
Tu cuerpo es la espumante
escaramuza
de un rosado Jordán;
y ondea, como un lago beatífico
que humillara a la víbora
del mal!
Tus brazos dan la sed de
lo infinito,
con sus castas hespérides
de luz,
cual dos blancos caminos
redentores,
dos arranques murientes de una cruz.
Y están plasmados en la
sangre invicta
de mi imposible azul!
Tus pies son dos
heráldicas alondras
que eternamente llegan de
mi ayer!
Linda Regia! Tus pies son las dos lágrimas
que al bajar del Espíritu
ahogué,
un Domingo de Ramos que
entré al Mundo,
ya lejos para siempre de
Belén!
Los Heraldos Negros, 1918
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